Se suponía que esto debía ser mi visión o resumen de lo vivido en la WordCamp 2023. Pero para que podáis entender porqué este año lo he vivido de forma diferente, a pesar de que todo ha sido prácticamente igual que en ediciones anteriores, he decidido contaros un poco mi vida.
Al cierre de la WordCamp, Wajari Velásquez, nuestro líder actual, anunció quién iba a sucederle y a tomar las riendas de la organización para los dos próximos años.
Los líderes que hubo hasta el momento, Juan Henando y Wajari, sabían quién sería esa persona. Yo, me lo olía, el resto de presentes, no lo sé.
Pero creo que nadie entendió mi reacción. Mis pocas ganas de subir al escenario y recoger el testigo, o mi respuesta: “No voy a decir que no, delante de tanta gente, pero me lo voy a pensar”.
Y por eso, quiero compartir porqué en este momento de mi vida, me cuesta aceptar una sucesión que muchos ven como algo natural.
Mi vida como Cenicienta
Para empezar, quiero explicar porqué últimamente me siento como una Cenicienta.
Siempre que alguien me pregunta a qué me dedico, contesto que soy diseñadora, pero la verdad es que soy ama de casa. O más bien, cuido de mi madre.
Mi madre es una persona que va a cumplir 80 años, enferma crónica, con problemas de movilidad, deterioro cognitivo, y depresiva. Dependiente física y emocionalmente de mí, y muy absorbente.
Con la llegada de la pandemia, decidí trasladarme a su casa y hacerme cargo de su cuidado. Y como tengo complejo de heroína, y me gusta demostrar que puedo con todo, que soy capaz de cualquier cosa, asumí el compromiso y la responsabilidad de atender todas sus necesidades. De desvivirme por su bien, y que no le faltase de nada.
Como no tenía trabajo, no me importaba coger el mando y ocuparme de todo. Pero lo que en principio era una solución puntual basada en buenas intenciones, se está convirtiendo en unas arenas movedizas que me van engullendo, y de las que no consigo escapar. Porque cada vez que intento recuperar mi vida, mi independencia, y encontrar mi sitio, pasa algo que me devuelve a la casilla de inicio.
Así que, mi día a día, se reduce a hacer las tareas del hogar, de cocinera, jardinera, arreglo todo lo que se estropea, desde persianas, cisternas del váter, enchufes, etc. Soy chófer, recadera, acompañante, enfermera, administradora, contable, asesora y cualquier cosa que le haga falta a mi madre.
Gestiono y la acompaño a todas las citas médicas, pruebas u operaciones. A Coruña, Santiago, Vigo, Pontevedra. Muchas veces pienso que sólo es una excusa para salir de casa, porque me dice, hace mucho que no voy al oculista, a la neumóloga, al neurólogo… ¡Cada día odio mas las salas de espera!
Intento hacerle compañía para que no se sienta sola, aunque me apetecería estar en otro lugar u haciendo otra cosa. Me vuelvo loca para encontrar planes adecuados a sus problemas de movilidad y que pueda salir de casa para sociabilizar. La animo a que haga planes por su cuenta, que se apunte a actividades. Salgo con ella de paseo, o a tomar algo, cuando está muy aburrida. Me he acostumbrado a sus rutinas, y hago vida de señora mayor.
A cambio, mi madre es la persona que me da de comer, sufraga mis gastos, paga mis facturas, y nunca me dice que no, si necesito algo. Y una vez cumplidas mis obligaciones, puedo dedicarme a “mis cosas”.
El problema es que hemos creado una dependencia en la que yo me encargo de todo, de solucionar cualquier problema, de tomar cualquier decisión, por insignificante que sea, y pensar que si yo falto se acaba el mundo.
Ella está cómoda delegando en mí, pues sé lo que quiere y cómo, y suelo anticiparme a todo. Aunque muchas veces da por sentado que tengo que estar siempre disponible, y que en mi vida no existe nada más que ella.
Sin embargo, de manera inconsciente, he ido creando pensamientos como que si no estoy con ella, puede pasarle cualquier cosa. Si le digo a algo que no, me siento culpable y una aprovechada. Si no atiendo a sus necesidades de manera inmediata, que desatiendo mis responsabilidades. Y que si hago planes sin ella, que la dejo abandonada.
Por eso, últimamente, siento un agotamiento mental y un sentimiento de que sólo vivo para ella. Todo el día pendiente y preocupada por su bienestar. Anteponiéndola a todo, y dedicando cada vez menos tiempo a “mis cosas”. Como si dejase de lado mi vida, y me hubiese convertido en su sombra.
Y me invade un complejo de Cenicienta, que el único propósito en su vida es cuidar de su madre. Que todo lo que oye desde que se levanta hasta que se acuesta es, “Hay que…”, “¿Ya has hecho…?”, “Aún no has…”, “¿Cuándo vas a…?”
Y la frustración no para de crecer en mí por no ser capaz de cambiar mis circunstancias, y tener que resignarme a ser sólo eso.
El hada madrina
Nunca he sido una persona dada a las quejas o lamentaciones, si no estoy contenta con algo, trato de cambiarlo. Me pongo un objetivo, y voy a por ello.
Por eso, al notar que cuidar de mi madre y encargarme de todo yo sola, me estaba quemando, he intentado buscar soluciones. Cambiar mi suerte.
Por un lado dedico esfuerzos y tiempo a conseguir que mi madre sea más autosuficiente, más activa, y tenga una mayor calidad de vida, sin tener que depender de otros. Y así, no sentirme tan atada a ella. Y por otro lado, a buscar mi independencia económica para no sentirme en permanente deuda, y que el dinero que cubre mis gastos, pueda utilizarlo en su bienestar o en personas en las que delegar mis tareas.
He intentado tener un sustento como freelance, crear un proyecto propio, sacarme una oposición, buscar un trabajo con el que no tenga que desatender del todo a mi madre.
Llevo años ampliando mi formación para aumentar mis posibilidades de contratación. También a compartir conocimientos creando contenidos, dando charlas y realizando trabajos para conseguir mayor visibilidad y mostrar lo que sé hacer.
A principios de año me fui a Madrid a un bootcamp de diseño UX/UI. Necesitaba poner distancia con mi madre. Comprobar si existía una vida en la que nuestra dependencia no fuese tan agotadora. Ver qué pasaba si yo no estaba pendiente de todo. Y recordar cómo era la vida cuando en mi cabeza estaba primero yo, y después los demás.
Mi estancia en Madrid no fue como esperaba, pero me sirvió entre otras cosas para apreciar aún más todas las cosas buenas y personas que había dejado aquí. Y comprender que soy capaz de sacar adelante cualquier cosa que me encarguen. Sólo que me gustaría agotarme y desvivirme por algo real, y no por un ejercicio que hay que entregar.
Volví con la esperanza de encontrar un trabajo en el que sentirme realizada, alcanzar un equilibrio entre mi vida y la de mi madre, y no tener que estar justificando siempre el porqué dedico tanto tiempo a causas que no me reportan ningún beneficio económico, y que me apartan de mis obligaciones.
Sin embargo, la búsqueda de trabajo no está dando frutos. Me ha minado la autoestima, llevándome a creer que sólo sirvo para cuidar de mi madre, y que nunca van a querer contratarme. A perder la esperanza, que el tiempo se me está acabando, y que tendré que resignarme a ser Cenicienta toda la vida.
Y aquí sigo, sin conseguir que alguien apueste por mí, o que me dé una oportunidad. Sin encontrar mi sitio profesional, o un proyecto empresarial al que dedicar mis energías. Y sin ganas de intentar nada porque tengo la sensación de que sólo toma malas decisiones, que vivo en un mundo de fantasía alimentada de ilusiones.
Además, cuando no estás bien contigo misma, ni con tu vida, tampoco te sientes con ganas de hacer nada por lo demás. Por lo que he desatendido muchos proyectos que antes me ilusionaban, cosa que me hace sentir mal y bastante culpable.
Y pensamientos como que ayudar con proyectos colaborativos o solidarios, es cosa de pringados, que no saben decir que no, y que aceptan los marrones que otros no quieren asumir, que soy una looser que en vez de solucionar sus problemas, se entretiene con cosas que no le aportan ningún beneficio, me persiguen.
Supongo que quise ser mi propia hada madrina, cambiar mi suerte, pero se ve que el cuento no era así.
El baile
En 2018, empecé a acudir a eventos tecnológicos para conocer gente del mundillo, hacer contactos, y encontrar oportunidades para mi proyecto de soluciones en 3D.
Y a pesar de no tener hada madrina, decidí vestirme de diseñadora empoderada con autoconfianza, capaz de llegar al baile y ser una más.
Porque para mí los bailes, proyectos y eventos con los que me involucraba, eran la forma de escapar de la realidad de mi día a día y desconectar. Ir a una meetup, WordCamp, o cualquier otro evento tecnológico, era como dejar de ser Cenicienta por unas horas, y convertirme en Sabela.
Así que empecé a apuntarme a todo. Y como ansiaba escapar de mi suerte, ofrecía mi ayuda, conocimientos y lo que estuviese en ni mano, de manera desinteresada y sin pensarlo mucho. Cosa que estoy intentando controlar.
Descubrí un mundo en el que podía relacionarme con personas muy interesantes, conocer otras vidas, inspirarme con una conversación o charla, y creer que si estaba en el momento y el lugar adecuado, algo haría cambiar mi situación.
Pero la pandemia hizo que se suspendieran todos los «bailes», y que tuviese que guardar el traje de diseñadora en el armario, para volver a ponerme el mandil de Cenicienta.
WordCamp Pontevedra
Cuando conocí a la gente de la meetup de WordPress de Pontevedra, fue como encontrar a mi familia, a mi tribu, mi sitio. Desde el primer día sabía que podía contar con ellos para cualquier cosa que necesitase.
Me estrené como ponente en el 2019, y el ambiente, la gente, las charlas, todo, fue como ir a un baile de ensueño que quieres que nunca se acabe.
Así que, cuando me propusieron ser parte de la organización de la WordCamp de Pontevedra, acepté porque quería formar parte de todo aquello. Pasar más tiempo con mi nueva familia. Y porque me parecía una experiencia de la que aprender muchas cosas, y con la que podía poner en práctica muchas de mis ideas.
El año pasado, veníamos de años de cancelación y había muchas ganas de hacer cosas, de juntarnos, de volver a ser creativa, útil, y de ayudar a mis compañeros. Puse toda mi energía e ilusión en que todo saliese bien, en sorprender a todos como muestro en mi portfolio, en devolver el cariño que me había dado toda la Comunidad de WordPress, en ser una buena anfitriona.
Pero este año con la moral por los suelos y rallada con mi vida, tuve que afrontar la organización de la WordCamp sin emoción ni ilusión. Muchos días pensé en dejarlo. Se me había olvidado el porqué y el para qué estaba metida en esto. Pero me daba miedo no tener nada que me obligase a salir de mi apatía, por lo que seguí adelante a ver qué pasaba.
Y también porque cuando me comprometo a algo, cuando doy mi palabra, siempre cumplo. Pero la verdad es que hacía todo como obligada por el deber y la responsabilidad.
Así como en 2022, estaba en todo, aportando ideas, revisando el trabajo de otros, proponiendo locuras… Este año, me sentía perdida, sin tener claro cuáles eran mis responsabilidades, y sin ganas de aportar. Me faltaba juntarnos para discutir y debatir durante horas ideas locas sobre diferentes aspectos. ¡La parte divertida de todo esto! Así que, me limitaba a hacer sólo lo que se me pedía.
El do_action se me hizo más duro que el año pasado porque sentía todo el peso sobre mis hombros. Hubo un momento en el que pensaba que no conseguiríamos encontrar asociaciones que quisiesen participar, directores de proyecto, ni hacer una web en condiciones.
Tenía miedo de que las asociaciones no colaborasen o no se involucrasen en el evento. De hacer perder el tiempo a los voluntarios. De crear webs que no ayudasen a nada. De estar asumiendo responsabilidades que me venían grandes.
Menos mal, que ante las adversidades me crezco, y empecé a pedir ayuda. A confiar en mis habilidades para organizar y resolver problemas, y a dar más importancia a las intenciones que a los resultados.
Supongo que todo esto era efecto de la gran pérdida que sufrimos. Jose Luis, era el motor, el pegamento del grupo de organizadores de la WordCamp, que nos contagiaba con sus ganas de que todo saliese bien, y de que todos se fueran contentos.
Que siempre estaba cubriéndonos las espaldas, atendiendo a mil cosas, sabiendo todo lo que ocurría, resolviendo dudas, echando una mano cuando lo necesitabas.
Pero también era esa persona que estaba ahí cuando estabas rallado con algo, sin ánimos, o cuando querías mandar todo a la mierda, que te escuchaba y te daba consejos.
Y no sólo en lo relativo a la WordCamp. Estaba en mi vida para cualquier cosa que necesitase, y yo lo sabía. Siempre preocupado, siempre pendiente, consciente de mis circunstancias. Incluso, si no usaba el comodín Jose Luis, el simple hecho de saber que existía, ya me hacía sentir más segura.
Su ausencia es algo a lo que todavía me estoy acostumbrando. ¡Me he quedado sin un gran apoyo!
Al final, todo ha salido bien. La gente se ha ido contenta. Y lo que se me encargó, lo saqué adelante. Pero creo que no lo he disfrutado del mismo modo que otros años. Seguramente, porque venía de una semana de Covid que me dejó sin fuerzas ni ánimo, y por las ralladuras de mi cabeza.
No era capaz de conectar del todo con lo que estaba pasando o con la gente. No encontraba esa emoción y esa recarga de pilas que me llevo otros años de vuelta a casa. Y sentía como si una nube negra me persiguiese cubriéndolo todo de pesimismo y derrotismo.
Por eso, no me veía cogiendo el relevo en la organización de un evento por el que creía que había perdido la ilusión, y menos aún cuando estaba decidida a empezar a decir que no a alguno de los muchos marrones que me proponen.
Otra mirada
La semana posterior a la WordCamp, fue como dejarme caer al pozo. Supongo que porque cada vez se me hace más duro el tener que volver a mi vida de Cenicienta cuando acaba el baile.
Todo el mundo despidiéndose mientras comentan el trabajo que tienen acumulado, y yo pensando, en todo lo que no he limpiado por haber estado enferma o dedicada a la WordCamp.
Pero tras leer comentarios y publicaciones de asistentes, voluntarios y organizadores con sus impresiones sobre lo vivido, así como los agradecimientos de las asociaciones que participaron en el do_action. Empecé a pensar que a pesar mi percepción, quizás el esfuerzo había valido la pena.
Y aunque el velo del pesimismo cubría mi mirada, recordé momentos, detalles, personas, palabras y mucho cariño, que de otro modo no hubiesen sido parte de mi vida. ¡No todo había sido tan malo!
Al fin de semana siguiente, acudí a otro “baile” al que por casualidades de la vida, resulta que me propusieron dirigir un OpenSpace sobre liderazgo. A mí, que aún no había asumido el mío.
Acudí con mis pensamientos habituales de ¿qué hago yo aquí? ¿Por qué me he dejado enredar otra vez en cosas que no me dan de comer? Y mis sentimientos de ser una impostora, un fraude, un desastre con patas.
Y aunque quería ir a título personal, acabé dando voz y visibilidad a la comunidad de WordPress en el evento. Orgullosa del do_action, de la WordCamp, del Contributor day, de nuestros valores, y nuestra forma de hacer las cosas. Y recordé porqué soy parte de esta maravillosa Comunidad.
Además, desde que me propusieron como nuevo líder, he recibido numerosas muestras de apoyo y cariño. Gente dispuesta a subirse al barco si yo agarro el timón. Y una voz en mi cabeza ha empezado a pensar en mejoras y novedades.
Por lo que empecé a pensar que tal vez me había equivocado de cuento, y que realmente, no quiero ser una princesa esperando a que alguien la reconozca poniéndole un zapato de cristal en el pie.
Tal vez sea Mulan, o cualquiera de las protagonistas de cuentos más modernos, en los que no son perfectas pero van a la batalla en el lugar de su familia y luchan por su Comunidad.
No tengo que ser todopoderosa, ni alguien que nunca se pierde, que nunca flaquea, para poder liderar la WordCamp. Porque tengo una gran equipo, una familia que confía en mí, y que van a estar ahí cuando las dudas o miedos me asalten.
Y aunque me encuentro recuperándome de las heridas de la última batalla, todavía tengo mucha valentía y tenacidad para seguir dando guerra. Recuperaré a esa Sabela que disfruta ayudando a los demás, haciendo felices a otros, y conseguiremos hacer de la WordCamp 2024 un evento sin el que no puedes vivir.
¡Presidente! ¡Presidente! ¡Presidente! ¡Hurra!
Enhorabuena por publicar esto.
Desde luego, las circunstancias de cada uno solo las conoce cada uno y, desde afuera, los problemas de los demás son menos problemas. ¡Pero aquí estamos todos para apoyarnos! Somos más que un grupo de WordPress, quizás no seamos AMIGOS (para mí es una palabra muy grande), con mayúsculas, pero estamos muy cerca de serlo, de sentirnos de la misma familia.
José Luis se fue, y estoy seguro que todos, en algún momento de la organización y de la vida personal hemos pensado «voy a llamar a José Luis» y nos hemos dado cuenta que ya no está. Él aguantaba todas mis chorradas, era mi apoyo cuando queríamos quejarnos del mundo o, simplemente, quejarnos.
Recuerda que somos muchos en esto de organizar una WordCamp y que liderar la organización no quiere decir que tengas que asumir todas las tareas, delega, coordina, pide… y si tenemos que juntarnos para que organizar sea más divertido, nos llene más de alegría… Nos juntamos. A mí lo de ser un equipo de personas cada uno en su casa, tampoco me satisface, creo que se me nota que me crezco cuando siento, físicamente, tener un equipo.
¡Cuenta conmigo, Sabela!
Ay! Sabela, me has emocionado un montón. Fíjate que no conocía tu situación familiar, pero te tengo como una persona poderosa, eres fuerza, desprendes energía, te admiro un montón por todo lo que haces en la organización de la WordCamp y con este post me dejas impresionada… ERES UNA GUERRERA!! Pide ayuda, si me necesitas estaré en tu equipo y en la guerra también. Muaks!!!
Muchas gracias, Sabela, por compartir esta experiencia tan personal. Nos recuerda que detrás de cada persona de la comunidad hay una historia que merece ser contada y escuchada. Muchos compartimos ese sentimiento de cuidadores de una forma y otra, espero en la próxima WordCamp Pontevedra estar presente y disfrutar de tu trabajo altruista por la comunidad.
Un fuerte abrazo.
Perdone, presidenta, pero lo de «lo que se me encargó, lo saqué adelante» es faltar a la verdad… lo que se te encargó y lo que no se te encargó y diste tú el paso adelante para hacerlo, salió jodidamente increíble y a la perfección gracias a un trabajo impresionante. Que sé que quedaría feo que lo pusieras tú directamente en la entrada, pero quiero que quede dicho.
Vaya año de mierda, ¿eh? Y aquí seguimos. Y seguiremos. Si algo he aprendido en Galicia (aparte de lo de comer, que ya me lo recuerdas a menudo, no offense) es que el significado de familia aquí es mucho más profundo. Por eso duele tanto perder a un miembro de ella como José Luis. Y por eso nos podemos juntar a hacer un picnic y llamarlo meetup, un churrasco y llamarlo «selección de ponencias» o salir un sábado por la noche y decir que es «un análisis minucioso de opciones para la after party» –que es la party después de la party o algo así–. Cosas que no tienen sentido, pero nos unen más porque ya estamos unidos.
Espero que esta nueva temporada de PonteWordCamp te traiga muchas buenas noticias, muchas buenas páginas de tu cuento y toda esa paz y tranquilidad que has echado en falta. Lo bueno es que tienes dos años para decidir cómo le vas a pasar el marrón al primero que te ha comentado aquí, por ejemplo.
Pd. Últimos en marchar de la WordCamp Pontevedra 2023: https://www.dropbox.com/scl/fi/opb7d9k0pn2lvgw61jk6h/pwc23.jpg?rlkey=918lx4kn7vzb6tqmkj6d2568w&dl=0
¡Yo también soy cenicienta! (Al menos la mayoría del tiempo). Tus reflexiones han resultado ser muy inspiradoras. Personalmente te doy las gracias por compartir
todo eso que dices que guardabas dentro, ya no es solo tuyo, yo lo he sentido mío
y se que muchas y algunos se sienten identificados.
Enhorabuena por lo que ya sé que vas a conseguir, y por esta oportunidad que te das a ti misma de ser la Reina del baile. Estaré ahí, apoyándote y aplaudiéndote.
Tremendo texto, Sabela! Piel de gallina.
Muchas gracias por exponerte de semejante manera frente a todo el mundo.
Decirte que aunque nos conocemos desde hace muy poco tiempo, eres una persona a la que admiro, que transmite una energía impresionante y que es un placer conversar contigo.
Ánimo y mucha suerte!!!
Impresionantes palabras, emocionante. Entiendo perfectamente a Sabela, porque me pasa algo muy parecido. la procesión va por dentro. Afortunadamente tiene el apoyo de la comunidad. Todo va a salir bien.
Vaya, ahora todo me cuadra más. Al no tener contexto, pensaba que venías del palizón del Covid solamente, pero con todo eso detrás… es normal que te sientieras así 🙁
Recuerdo que cuando te conocí me pareciste una chica muy alegre y transmitías profesionalidad (aunque también bastante humildad al mismo tiempo).
Ultimamente te veía metida en un montón de cosas y estaba flipando con la capacidad que tienes para integrarte y aportar a diferentes comunidades y dirigir cosas.
Aunque somos nuestro peor enemigo y los pensamientos intrusivos y el síndrome del impostor están siempre ahí dando por saco, quiero que sepas que me pareces una tía super capaz, con un gran corazón y con mucho que aportar (y recibir a cambio también) del mundo 🫂
Si necesitas ayuda con la WordCamp o simplemente hablar y desahogarte, aquí me tienes ☺️
¡Un super abrazo y mucho ánimo Sabela!
🙏✨✨✨✨
Sabela, tu escrito me ha parecido espectacular.
Una forma increíble de purga emocional y sinceridad que espero te haya ayudado a depurar demonios y darte cuenta del inmenso valor que tienes en tu interior.
Tu creatividad y cariño para con la WordCamp y con todo en general donde metes la mano, es fascinante.
Sé que eres escéptica, pero estoy convencido que la vida nos pone estos retos porque precisamente algo tenemos que aprender de ello.
La edición del 2024 será impresionante contigo al mando y sabes que tienes una familia muy grande que estará allí ayudando y dándote todo el apoyo y cariño.
Un abrazo inmenso
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….cocinera, jardinera, arreglo todo lo que se estropea, desde persianas, cisternas del váter, enchufes, etc. Soy chófer, recadera, acompañante, enfermera, administradora, contable, asesora y cualquier cosa que le haga falta a mi madre…. ERES GRANDE SABELA! Sin temor a equivocarme por lo poquisimo que hemos hablado, se que haces y harías cualquier cosa por las personas que de una u otra manera te acompañan en este camino llamado vida. Eres creadora de momentos increíbles, y tu momento estoy segura que llegará.
Un abrazo campeona!!!
Eres un ejemplo de esfuerzo y sacrificio, por tu madre y por la comunidad, Sabela. Una auténtica guerrera y una líder natural. Te mando un abrazo fuerte y muchos ánimos para superar todas las dificultades.